EL ESPÍRITU DEL SOLDADO ANTE EL ASALTO (Teniente General Emilio Pérez Alamán)

defensa-ejercito-militares-espanoles-afganistan-041212“El que tuviere orden de conservar su puesto a toda costa, lo hará”

Así lo expresa el Artículo 90 de las Reales Ordenanzas para el Ejército aprobadas en el año 2009, después de las múltiples modificaciones hechas por los políticos, corrigiendo incluso a la Comisión Militar encargada de adaptar las de Carlos III a los nuevos tiempos, sin querer reconocer, como es habitual, que los valores son intemporales. Se tienen o no se tienen, con las correspondientes consecuencias.

libro-de-ordenanzasPues bien, pese a la intención nada disimulada de desfigurar el contenido ético y moral de aquellas Ordenanzas Reales para sus Ejércitos del buen Rey, en aras de la modernidad, este artículo 90 se mantiene en el nuevo texto como piedra angular del espíritu del soldado de todos lo tiempos. Porque es imposible concebir que el responsable de la defensa a ultranza de la Nación, el soldado, no interiorice en lo más profundo de su ser, desde la incorporación a su Unidad, que su sublime misión de entregar la vida por la Patria y sus compatriotas , alcanza el máximo grado cuando desde el puesto que se le ha asignado, ve llegar la avalancha exaltada que se lanza al asalto del puesto que tiene orden de defender a toda costa.

Estoy seguro de que algunos o muchos lectores se habrán anticipado, respondiendo que este mandato se debe aplicar en el caso de un combate. No les quito la razón porque a un combate no bélico me refiero. Al soldado, en las recientes Reales Ordenanzas se le asignan misiones de todo tipo, no solo guerreras, de hecho, en las mismas no aparece ni una sola vez la palabra guerra. Sin embargo la finalidad principal de los Ejércitos es la defensa de España y velar por la seguridad de los españoles y aunque no se inmiscuyan institucionalmente en terrenos ajenos, sus componentes son ciudadanos responsables y sensibles a los acontecimientos que afectan a todos.

Así mismo, cuando me refiero al espíritu del soldado, tampoco es mi intención hacerlo pensando exclusivamente en aquellos que visten el uniforme militar. Como reza nuestra Constitución todos los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España y estoy totalmente seguro de que muchos de ellos sienten ese articulo 90 de las ordenanzas militares, como un mandato cívico que les llama a mantener a toda costa los principios de una Nación única, unida y próspera en la que todos sean y se sientan iguales en todos los campos de la convivencia social, con la evolución necesaria en cada tiempo, pero con la firmeza de no admitir el asalto a sus cimientos históricos.scale

No es cuestión de realizar un análisis detenido ni alarmante, pero los hechos y algunas actitudes de los últimos meses han dado paso a la inquietud que origina esta reflexión que nada tiene de excluyente ni exclusiva, pero si quiere unirse a las muchas opiniones que avisan de los riesgos no deseados que se vislumbran.

Los hechos como:
-La pitada reiterada al Himno Nacional en presencia del Rey y la posterior falta de corrección
-Los pactos entre partidos de izquierda alterando la voluntad de la mayoría por la inadecuada ley electoral.
-La fractura social abierta en Cataluña y entre españoles por el desafío imparable de los independentistas sin una contundente respuesta legal
-La corrupción implantada en todos los niveles institucionales sin resolver en años, con una inaceptable repercusión en la moral social y la imagen de España.
-La gran preocupación ante el incierto futuro del Próximo Gobierno de España
-La inseguridad que originan las medidas de gobierno adoptadas por los ejecutivos autonómicos y locales.

Estos son los hechos en mi opinión más preocupantes, aunque, sin duda, pueden añadirse algunos más.

El-ordago-de-Mas-saca-menos-gente-a-la-calle-que-las-dos-diadas-anterioresComo consecuencia de estos hechos, se han explicitado de forma alarmante una serie de actitudes desafiantes, personales y de grupo o partido, que amenazan una convivencia en paz dentro de la normalidad. Esto, que pudiera considerarse como una toma de contacto con el fin de conocer la firmeza y fortaleza de la sociedad y sus normas, no es más que la táctica, de sobra conocida, de: “o lo aceptas o eres un intolerante, anti demócrata o facha” motivo por el cual procuran no actuar quienes tienen la responsabilidad de cortar actitudes como:
-La grosería, o más, en la toma de posesión de su escaño por parte de un senador, amonestado tímidamente por el Presidente y al final recibido con una “palmadita en el hombro, como si nada pasara.
-El nombramiento para cargos en ayuntamientos y autonomías de personas de comportamientos impresentables, incluso imputados ante la Justicia, que además de insultar a sus representados institucionalmente, los avergüenzan por lo soez de sus comportamientos.
-La actuación de un diputado proetarra disfrazado, rompiendo la Constitución delante de todos los españoles y la reacción del Presidente de las Cortes imposible de calificar por respeto al cargo que él no respeta, cuando lo incomprensible es que dicho diputado esté en la Cámara que representa a todos los españoles…cuadrilla_420x210
-Las imágenes repetidas de ayuntamientos tirando a la basura el busto del Rey y quitando su retrato oficial o la Bandera de España, de obligado cumplimiento.
-La campaña visceral antiespañola desplegada en ayuntamientos y autonomías contra costumbres y cultura de siglos, con la única intención de atacar lo español.
El manoseo impúdico para quitar de los callejeros de las ciudades nombres de ilustres españoles para sustituirlos por meras anécdotas.
– La manifestación antiespañola del director de cine galardonado con un premio nacional y lo que es peor, la pasividad casi complaciente de un Ministro de España
– La ofensa permanente a la Bandera de España, ya sea en el balcón del ayuntamiento de Barcelona o en el Parlamento europeo con motivo de la presencia del Rey…

30Y paro la relación, que resultaría interminable, con esta imagen deplorable de los eurodiputado españoles (?). Particularmente no he visto jamás que ninguno de los otros países miembros de la Unidad Europea hayan dado un espectáculo similar.

Los hechos y actitudes relatados y otros muchos que los lectores pueden añadir, es lo que considero el asalto de sus autores a su objetivo, España, por lo cual, todo aquel que la sienta, aunque le duela, debe retomar ese espíritu del soldado para mantenerla indemne a toda costa.

No estoy tocando arrebato ni llamando a las barricadas, estoy relatando unos hechos y unas actitudes que son, no solo conocidos, sino difundidos con la indiferencia de muchos desgraciadamente. Solamente pretendo avisar de que en la España de hoy, todo puede ser posible y admisible, todo menos lo que pretenda la desaparición física, moral y espiritual de nuestra Patria.

No soy un patriotero ni mucho menos salvapatrias, como muchos otros solo quiero lo mejor para España y a la vista del rumbo que ha tomado esta última singladura me veo en la obligación de compartir esta gran inquietud en busca de una solución colectiva que sea capaz de revertir la situación.

Ello sería factible desde la Monarquía Parlamentaria, logrando que la separación de Poderes, propio de un auténtico Estado de Derecho, sea una realidad en la que nada esté por encima de la Ley y con la modificación de la Constitución, que se debe mejorar, pero no cambiar para peor, según conveniencias partidistas.Fachada

Para terminar esta delicada reflexión, no se puede obviar el papel de los partidos políticos en esta defensa a toda costa de nuestra Patria. No hay por que excluir a nadie cuyo objetivo sea lo mejor para España y los españoles. De esta forma, sus propuestas para alcanzar el poder deberían centrarse en el “cómo” pretenden lograr ese objetivo común para que cada cual elija lo que le parezca mejor.

Por lo tanto déjense de campañas de imagen, de gestos que suenan a publicidad engañosa, de adornarse con la Bandera si no la defienden, de fichajes de estrella, demuestren que lo de la tolerancia cero con la corrupción es una realidad y no un slogan y sobre todo sientan autentico orgullo de ser españoles y comprométanse a legislar para que aquellos que no se consideren tales no puedan estar en las instituciones españolas ni representarlas. No ofrezcan más de lo que sean capaces de hacer por sus compatriotas y háganlo. En definitiva, asuman el espíritu del soldado ante el asalto y consideren que deben ser los primeros en mantener la defensa de España a toda costa.

aprendizTómese esta petición como el mayor de mis deseos y no como una ingenuidad, soy consciente de la imposibilidad de encajar la altura de miras del espíritu del soldado con la mirada a corto plazo del político. Esto no es de mi cosecha, lo expresa bien claro Winston Churchill cuando manifiesta que: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones” .

Emilio Pérez Alamán Teniente General (R.)

 

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14 pensamientos en “EL ESPÍRITU DEL SOLDADO ANTE EL ASALTO (Teniente General Emilio Pérez Alamán)

  1. Mi querido General, como bien culmina su excelente, valiente y claro artículo “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”, pero hoy día ¿el político es estadista? ¿tiene el espíritu del soldado en lo que representa un asalto en toda regla a las instituciones, a la unidad de España…?
    Creo honestamente que todo lo que está ocurriendo en nuestra querida España no se puede separar del conjunto de Europa y del resto del mundo, ya que es debido a una profunda crisis de valores, que está siendo aprovechada por grupos apátridas, inmorales, agresivos… ante la cobardía, la pasividad y complejo de unos políticos representativos de una sociedad enferma.
    Por todo ello permítame que comente su artículo con una visión más amplia y global, la de un cambio de época, de era, en definitiva de civilización, que desgraciadamente estamos viviendo en la actualidad.
    Por lo tanto vaya por delante mi humilde idea sobre la crisis actual:
    Al iniciarse el siglo XXI, y con él el tercer milenio cristiano, lo que llamamos el mundo occidental -que constituido la punta de la flecha de la revolución humana desde hace treinta siglos-, se encuentra en una situación de perplejidad y de desorientación, nueva en su milenaria historia.
    Una crisis de transición de un tipo de civilización a otra, una gran crisis como nunca ha existido hasta ahora, donde la humanidad se encuentra en un giro decisivo que conduce a una nueva era, un cambio de época.
    En realidad, hoy vivimos bajo la impresión de un fabuloso cambio en la evolución de la humanidad. Quizá nunca hasta ahora ha estado tan presente como hoy a los ojos del hombre el factor “tiempo”, “evolución”.
    Estamos en un proceso en el que una civilización está sustituyendo a otra. Vivimos en la mitad del camino. Somos habitantes de dos épocas a la vez: una que está apurando dramáticamente sus últimos compases y otra que empieza a tomar forma en contraposición a la primera. Pero no sabemos cual será el destino.
    Con el desarrollo del capitalismo, avanza incontenible por Europa una marea de materialismo, de escepticismo, de olvido voluntario, de una consecuente ausencia de valores morales objetivos y definitivos y, por todo ello, una extendida y preocupante carencia del sentido de la vida. Todo ello por el deseo del hombre moderno de ser un ciudadano mayor edad, emancipado de cualquier autoridad.
    Esta situación es, pues, inédita hasta el punto que nos obliga a hacernos preguntas de un radicalismo tal que era impensable hace tan sólo unas cuantas décadas. Y aunque algunos hayan acogido los progresos de la modernidad como una liberación, muy pronto nos hemos dado cuenta del desierto interior que nace donde el hombre, al querer ser el único artífice de su naturaleza y de su destino, se ve privado de lo que constituye el fundamento de todas las cosas.
    Debemos ser conscientes de que vivimos en un estado de emergencia humana que no nos debería permitir entretenernos en bagatelas, porque el hombre occidental vive excesivamente alterado y espiritualmente desquiciado, busca nerviosamente la estética despreciando olímpicamente la ética. Nos resulta muy fácil evitarnos a nosotros mismos y huir de la profundidad de la propia existencia, anestesiados por cualquier comodidad. Así, lo más profundo de nosotros se queda sin explorar. Si es verdad que sólo se ve con el corazón… ¡qué ciegos estamos todos!
    El futuro no vendrá de quienes sólo dan recetas, de quienes no hacen más que adaptarse al momento actual, de quienes sólo critican a los demás y se toman a sí mismos como medida infalible, de quienes sólo eligen el camino más cómodo, ni de quienes declaran falso y superado, tiranía y legalismo, todo lo que es exigente para el ser humano.
    Todos los hombres inquietos de la hora actual estamos ansiosos por hallar, ya y ahora, las respuestas adecuadas a los grandes retos y problemas que tiene planteados el hombre de hoy; pero esto sólo será posible por evolución, no por revolución. Por eso, nos conviene también discernir con suma lucidez quienes son de verdad los maestros, es decir, los verdaderos pensadores, y quienes no son más que demagogos, es decir, ideólogos.
    Y culmino mi humilde reflexión con un deseo: que nuestra querida España encuentre, por fin, el ansioso camino de normalidad, con la decisión de que «el espíritu del soldado ante el asalto» se haga realidad por parte de nuestros políticos, en definitiva de nuestra sociedad, despertando por fin del letargo en que se encuentra.
    Felicitándole por su acertado artículo, reciba un fuerte y afectivo abrazo Legionario y Paracaidista.
    Pedro Motas

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  2. «EL ESPÍRITU DEL SOLDADO ANTE EL ASALTO», no es otra cosa que «EL ESPÍRITU DE COMBATE».

    Pero ¿cómo se ve en La Legión ese ESPÍRITU?

    Ecuación espiritual, rito y promesa sagrada,
    meta, norte y ambición de la continua esperanza,
    y mítica exaltación, donde esta juramentada,
    la permanente vigilia a que se obligan tus armas.
    Serpentear increíble, en mi cristal de palabras,
    estímulo y acicate, castrense y viril llamada,
    potro indómito y rebelde, en que orgulloso cabalga,
    tu sacerdocio guerrero por la liturgia del alba.
    Minutero de inquietudes, cuyo recorrido marca,
    en la perpendicular, divisoria de tus ansias,
    un horizonte brillante de soles y lunas largas,
    combatiendo sin descanso, en primera línea y plana.
    Reactivo que al herirte, más tu pureza contrasta,
    razón vital de tu ser y convicción renovada,
    que con egoísmo ciego, exige, pide y reclama
    el puesto de más peligro, en la punta de la vanguardia.
    Rueca y huso del afán, en que tu credo devana,
    como debe La Legión, en ese turno que abarca,
    los días, meses y años, en sucesión renovada,
    y sin pausas ni relevos, hacer honor a su casta.
    «Espíritu de Combate «Escudo, Bandera y Lanza,
    interna y fecunda luz, voz, ceremonia y proclama.
    En el milagroso ciclo, sublime de tus hazañas,
    son radicales de fuego, de tu Fe y virtud legionarias.

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  3. Buenos días, General Dávila y General Pérez Alamán. Un magnífico artículo.
    En mi opinión, durante siglos España ha dado vueltas sobre sí misma, en particular a partir de la dominación romana, que perfiló un territorio no sólo en base a unos límites geográficos, reconocibles desde la Antiguedad por su carácter peninsular, sino en base a un perfil administrativo; Hispania, pues, recibía con su nombre el reconocimiento de su ser identitario, en camino de que un territorio, al principio definido geográficamente, tomase conciencia de un destino común. Lo ocurrido en los siglos siguientes (incluida la anomalía de la separación con Portugal) dejó el destino de España a los avatares de los intereses de diversos soberanos, procedentes de diferentes orígenes, «dándole vueltas» al concepto ya definido (es de señalar la denominación de «rex hispaniarum» de D. Rodrigo). España, pues, a partir de su definición política, pasó a ser un referente ideológico, una meta, una aspiración, una conciencia, una necesidad; las piezas estaban revueltas, pero del rompecabezas sólo podría
    crearse una figura.
    El «gran salto» tuvo que esperar bastantes siglos. Y no denomino como tal a la «reunificación» hecha a raíz de la herencia de los Reyes Católicos y personificada por el Rey Carlos I, sino a la Constitución de 1812. La conciencia política pasó del soberano al pueblo (art. 2: La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona), durante unas circunstancias de necesidad, pues sólo quedaba el pueblo para la
    defensa de la Nación, y este se hizo cargo del pabellón de la Patria, por tanto, de los asuntos de la misma, con lo que la conciencia de lo ideológico, de la meta, de la aspiración, de la Nación, pasó del soberano al pueblo, comprometido y dueño de su destino, que se estaba ganando con su propia sangre; España, pues, ya no era propiedad de una Casa Real, sino de los españoles. Hay quien quiere señalar a 1812 como el «inicio» de la Nación española, como si España fuera una de esas naciones de historia reciente; en mi opinión, esa es una idea encaminada a desacreditar o minimizar el hecho histórico español, mucho más antiguo que el de aquella fecha; 1812 no fué un inicio de la Nación, es cuando el pueblo se hizo, al fin, con la Nación, a la que tenía derecho por naturaleza, por sangre y por trabajo. Todos conocemos los vaivenes posteriores, pero esa conciencia nos ha llegado hasta hoy.
    Los españoles actuales no sólo tenemos como referente la idea arcaica de España, que pudiera ser contaminada por el título de propiedad de unos pocos sino, y sobre todo, la conciencia de propiedad común, sobre bases históricas y políticas que hacemos nuestras, porque así fueron ganadas por nuestros antepasados, en principio en nombre de soberanos y, al fin, recuperándolas en honor de los que realizaron el sacrificio y cuyos apellidos llevamos, causando rechazo a la usurpación (se denomine como se denomine). La rebelión frente al dominio de José I no fué una rebelión frente a una Casa Real nueva (ante la que habían renunciado los Borbones, en un acuerdo de «cambio de propiedad»), sino frente a la llegada del ejército de ocupación francés; España, al fin, era de los españoles.
    España, pues, es nuestra historia y nuestros derechos, justamente todo lo que en estos momentos se nos está usupando con la complicidad de los que han dado su palabra de defender España (nuestros derechos históricos-legítimos y legales) y teniendo que aguantar la burla de quienes manejan las leyes a su antojo para su exclusivo interés y la constante fanfarronería de sus enemigos, alimentada por la impunidad. ¿De qué reforma constitucional están hablando los que son incapaces o cómplices de convertir nuestras leyes en «papel mojado»?, ¿de qué reforma constitucional están hablando los usurpadores?; se lo pueden imaginar: de una reforma que consagre la usurpación de nuestros derechos, están hablando de una dictadura de los partidos, a costa de la Nación.
    Mañana es la «Fiesta Nacional». Yo también la celebraré, aunque preferiría que se denominase «Día de la Hispanidad», reconocida como «Fiesta Nacional», pues hay otras «fiestas» reconocidas como «nacionales». ¿Qué significa la «Fiesta Nacional», denominada como única?; pues yo les diré lo que significa para mí: la firme intención de defender nuestros derechos, nuestra soberanía y nuestra independencia, el juramento ante la bandera, que representa a la tierra y los derechos de mis padres, los míos, los de mis descendientes y los de mis compatriotas; eso es «Fiesta Nacional», lo que nos hace a todos, ante nuestros enemigos, soldados de nuestra Patria, el espíritu del soldado ante el asalto.
    Reciban un cordial saludo.

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  4. No soy politico ni militar, pero el patriotismo lo llevo dentro desde la infancia,y no solamente por los 18 meses de «mili», sino, porque es algo que me inculcaron padres y maestros, que Dios los tenga en su gloria.Solo me resta por decir que: el amor a la patria nos lo inculca la familia y luego lo refuerzan en la escuela,(lo cual parece haber desaparecido en estos tiempos)

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  5. Magnífico mi general. No se puede exponer mejor ni más claro.
    Sólo una observación mi general -y además con el permiso de vuecencia.- Me parece bien que no esté tocando a rebato o llamando a las barricadas, porque ni es cura de aldea ni un revolucionario: Es un teniente general del ejército y como tal, lo que procede en la coyuntura que tan bien describe, es que TOQUE GENERALA.
    Sus soldados estamos deseosos de oírla. Y formar donde se nos ordene.

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