GRA065. MADRID, 06/06/2015.- El Rey Felipe VI, junto a la Reina Letizia, escucha el himno nacional, durante el acto central del Día de las Fuerzas Armadas celebrado hoy en la plaza de la Lealtad de Madrid, que preside por primera vez. EFE/J. J. Guillén
Ayer fue el Acto Central del Día de las Fuerzas Armadas. Estuvo presidido por SM el Rey Felipe VI.
El Rey emérito, Juan Carlos I, Capitán General en la Reserva, no asistió. Hubiésemos querido verle allí.
Es la breve crónica en telegrama. Pero no termina aquí el texto telegráfico. He tenido que hacer de tripas corazón para escribir el final.
Ayer fue un día radiante de luz madrileña, la que envidia el mundo, captó Velázquez y envolvió a Martín Rico y a Sorolla. Una luz que desde los rincones de El Prado parecía salir a la calle iluminando la Plaza de la Lealtad filtrándose entre las copas del castizo madroño, que ya se apoya en muletas, su extraño vecino el ginkgo, los arces y los castaños de indias. 
También la luz de una llama permanente se empeñaba en lucir más que el Sol. Iluminaba la grandeza de la Patria, los restos del soldado desconocido, ese que todos deberíamos conocer, el que cae en el frente y luego se olvida, el que sin nombre construye lo que otros disfrutamos. Una llama que un día se apagó a principios de los noventa al cortarse el suministro de gas por falta de pago del Ministerio de Defensa. No haré comentarios. Es otro el tema que hoy me ocupa y preocupa.
La Plaza de la Lealtad guarda el «Honor a todos los que dieron su vida por España». Nunca debe apagarse.
Ningún sitio mejor para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas.
Ayer, tras el reclamo de la Patria, íbamos abuelo y nietos, nueve y diez años, a encontrarnos con el Rey y sus soldados, con España.
Habíamos salido temprano de casa; desfilando, o eso parecía por el solemne rito que nos habíamos marcado para aquel acto. Yo iba vestido con el uniforme del 5º Tercio de la Legión, Tercio de de la Nostalgia, creado por el General Coloma y al que acabo de alistarme, mis nietos vestían el uniforme del Tercio de la Esperanza, ese que no tiene número ni edad.
Al llegar a la Plaza de la Lealtad, todavía temprano, ya se percibía el rumor del Acto Castrense y los uniformes competían entre ellos en los ojos e imaginación de mis nietos. Tierra, Armada, Aire y Guardia Civil… y la Bandera.
– ¡Abuelo, la Bandera!
Sí, la Bandera, nuestra Bandera, con el abanderado de mirada infinita que la venera y guarda como la razón de su vida.
La actitud de mis nietos se hace seria, notan que están ante algo que debe serlo todo. Les gusta pasar por delante y saludar, firmes delante de ella, inclinando la cabeza.
– ¿Abuelo podemos saludar otra vez a la Bandera?
Miran al abanderado y creo que un escalofrío de patria recorre por primera vez sus cuerpos de niños.
Plaza de la Lealtad, les hablo del cumplimiento que exige la ley de la fidelidad, ser hombre de honor, hombría de bien. Lo entienden ¡Vaya si lo entienden! No defraudar a tu amigo, a tu compañero, hacer las cosas bien, aunque cuesten esfuerzo, luego las valoras más. No querer ser el mejor pero sí ser lo mejor que cada uno puede ser. Y les hablo de honor, cumplir con lo que debes hacer, en lo tuyo y en lo que debes hacer por los demás. De reojo miran de nuevo a la Bandera que parece devolverles la mirada; y la miran porque intuyen que allí deben estar todas esas cosas que les cuento.
Patrulla Aguila
– Sí, mirad la Bandera, eso que os cuento está en ella. Los soldados y todos los españoles están en esa Bandera representados. Vosotros sois un trozo de ella y por eso dan su vida los soldados. También nosotros con nuestro esfuerzo y sacrificio debemos contribuir a su defensa y grandeza.
¡Vaya si lo entienden!
– ¡Abuelo qué ya lo sabemos! Nosotros vamos a jurar Bandera y a ser soldados.
– Yo de Tierra, legionario, como tú abuelo.
– Yo voy a ser piloto de guerra.
Todo está en su sitio. Van a llegar los Reyes.
Aprovecho el momento para contarles que su bisabuelo, el General Dávila, presentó al Príncipe de Asturias, hoy Rey de España, como soldado de honor del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey.
Al ver a mi hijo soldado, pienso en España y pienso en su futuro. En ese futuro en paz, en orden y en progreso.
– Tenía nueve años, como vosotros ahora.
– ¿Iba de uniforme, abuelo?
– De uniforme de soldado de Infantería. Es una tradición familiar que supongo que también hará la Princesa de Asturias, Doña Leonor.
Les cuento que un día Doña Leonor, Princesa de Asturias, primogénita de los Reyes, será Mando Supremo y Capitán General de los Ejércitos. Les cuento con la atención que siguió el desfile el pasado 12 de octubre. La gracia que le hizo ver desfilar a la Legión con su cabra. También miraba mucho a los aviones.
Buscan mis nietos aviones por el cielo azul de Madrid. Solo vuelan vencejos e ilusiones.
– ¿Abuelo para ser Rey hay que ser militar?
– ¿La Princesa será soldado?
– ¿Y qué uniforme llevará?
– ¿Y mandará en todos? ¿Y tendrá que ir a la guerra?
– ¿Y…?
“¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines…”.
Mis nietos quieren ver a la Princesa de Asturias. Lo de ser militar y mandar en todos los soldados les ha llamado mucho la atención.
Firmes. Atención General. Marcha Real.
Mis nietos de puntillas buscan a la Princesa de Asturias, su Capitán General, su heroína del Día de las Fuerzas Armadas.
No está.
– ¡Abuelo, no está la Princesa!
Suena el toque de Oración.
… No supieron morir de otra manera.
Caídos por la Patria. Madres,Viudas, huérfanos, familias rotas, misiones de paz… guerra. Es duro ser soldado, mandar soldados y mirarles cara a cara.
Lo demandó el honor…
No quisieron servir a otra Bandera,
No quisieron andar otro camino,
No supieron morir de otra manera
– ¡Abuelo no está la Princesa!
– ¡¡¡Abuelo!!!… no está la Princesa… ¿No decías…?
No tengo respuesta… Ese ejército que ves vago al yelo y al calor.
No tengo respuesta. Alguien debe tenerla guardada con el mismo derecho que deber tiene de contarla.
Cuando lo hombres actúan como niños los niños nunca llegan a ser hombres.
Ya pasa el cortejo.
Señala el abuelo los héroes al niño.
.
General de División (R) Rafael Dávila Álvarez
General Dávila 
Sin palabras mi general ante esta entrada. Pudo haber razones lógicas y desconocidas que justifiquen la ausencia de la princesa de Asturias niña hoy, al fin y al cabo, pero me quedo con “Faltaron muchos, casi todos, de los que no debieran faltar».
Esas ausencias se traducen en desdén por parte de quienes, por su responsabilidad directora, deben prestigiar y hacer sentir la necesidad de la Institución FAS como parte fundamental de la seguridad nacional. Mal ejemplo que propicia la equivoca y peligrosa ausencia en el sentir social de la necesidad de la defensa. Y todos sabemos los riesgos que, de todo roden, corre una sociedad que ni la siente ni la cultiva.
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Enrique Gracias por tu comentario.
Mis nietos son también niños, niño y niña, y los llevo para que aprendan quienes son los soldados de su Patria, algo real y no virtual. Les hablo de sus valores… Y, como se lee en el artículo, lo entienden, no es cosa de edad. No creo que vayan a ser militares pero sí españoles de bien.
No hay justificación para nadie, bajo mi humilde opinión, que no deja de ser eso. Una humilde opinión.
Gracias Enrique por tus palabras.
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El riesgo que apuntas es muy cierto y se consolida cada día más. Alertar y enseñar es misión de ese ministerio de defensa que esta a otras cosas más rentables para ellos.
Mirar para otro lado no es la solución.
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Buenas tardes, General Dávila. No puede haber una historia más bella y mejor contada, la de un abuelo enseñando a sus nietos; me hace recordar a mi abuelo, que también me mostraba España (y también me llevó alguna vez a ver el Desfile que, se llamara como se hiciera llamar, era el Desfile del Ejército de España) sin hacer ninguna tarea de adoctrinamiento, pues España no necesita más pedagogía que mostrarla, a diferencia de lo que necesitan sus enemigos, que entran por donde España se oculta; enseñándome España, a través de sus símbolos y monumentos, ligados a su historia, aprendí a ser español; no cabe duda de que este día con su abuelo quedará marcado en ellos durante el resto de su vida.
Es cierto, en la bandera está resumida España, la que fué, por la que pelearon o trabajaron nuestros antecesores en el cargo de españoles, la soñada, la actual, la que soñamos para nuestros descendientes, el espejo ante el que nos reconocemos como españoles… todo.
Esta vez no pude ver el desfile, y prefiero no verlo. El anterior desfile, del 12 de Octubre, sí que lo ví, y de lo que más disfruté de ese desfile es el ver a la Princesa de Asturias, que es esperanza de España, interesándose por todo lo presente, de forma absolutamente natural y espontánea. En estos tiempos tan negros, temo que alguien determinó hurtar esta vez la posibilidad de una escena similar que, sin duda, atrajo la atención y simpatía de numerosísimo público, mucho más que cualquier habitualmente anodina propaganda oficial. No voy a andarme con contemplaciones con este asunto: pareciera que hay enemigos entre los consejeros o bien quienes piensan erróneamente que se apacigua al enemigo agachando la cabeza..
Con su permiso, creo que acabaré poniéndome en lista de recluta para el Tercio de la Nostalgia, aunque creo que más bien debería llamarse, todavía, el «Tercio de la Presencia», pues los miembros de ese Tercio que hacen guardias por aquí bregan por hacer a España presente, sin grandes esperanzas pero sin desánimo, pues naturaleza obliga. En cuanto a sus nietos, naturalmente, son del Tercio de la Esperanza, por naturaleza, pues todo niño tiene derecho a la esperanza, y nosotros derecho y deber de procurar garantizársela.
Reciba un fuerte abrazo.
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Muchas gracias y estoy intentando que el General Coloma se ponga al frente del Tercio 5° de la Nostalgia y de comienzo la filiación.
Un fuerte abrazo. General Dávila.
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En efecto, General Dávila, somos muchos los que sentimos a nuestra Patria, a nuestras FF.AA. y a la Legión en particular como nuestras….
Pese a que los avatares de la vida nos fueron llevando a otros lares, al igual que Carassius sería un honor ponerme a disposición del Tercio de la Nostalgia.
Enhorabuena.
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Agradecido y en ello estamos
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«Cuando los hombres actúan como niños, los niños nunca llegan a ser hombres»…preciosa frase que llevaré conmigo. Ójala todo el mundo supiera dar esa correcta educación en valores.
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Muy agradecido y sus palabras animan a continuar en la lucha. ¡Gracias!
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Bien sabe mi querido General Davila que he faltado a esta cita con su Blog por mi ausencia e imposibilidad de conexión durante varios días, pero hoy hago acto de presencia para dejar constancia, como abuelo, de que los niños, a veces, son más ocurrentes y observadores que los mayores; de que las ausencias, a veces, no son debido a razones lógicas justificadas cuando impera una intención o ideología que domina el protocolo o el saber estar a la altura de las circunstancias; que me gusta la acertada frase de «cuando los hombre actúan como niños los niños nunca llegan a ser hombres»… y yo lo aplicaría también en femenino; que no hay razón para un acto tan pobre y simple como el que he visto. Y como este Blog, y sobre todo su Autor, me merecen el más exquisito y sagrado respeto, por deferencia a ellos no voy más allá.
Un fuerte abrazo.
Pedro Motas
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Gracias don Pedro. Dejémoslo ahí. Un fuerte abrazo. General Dávila.
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Mi General, qué preciosa y emocionante crónica ha relatado su Excelencia!.
Emocionante, el relato, tal y como lo viví yo hace 40 años de parte de su compañero, mi padre el Coronel Mora.
Me quedo con su última frase: «Cuando lo hombres actúan como niños los niños nunca llegan a ser hombres». Y así va España mi General, y así iremos…
Un cordial y emocionado saludo.
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Muy agradecido y recibe mi más cariñoso abrazo.
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MAgnífica entrada y extraordinario blog. Ha sido un placer descubrirle mi General.
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Estoy orgulloso, de ser hijo de un Ex-Combatiente de la 1ª Brigada, de la 50ª División del Ejercito Nacional en la Batalla del Ebro,cuyo jefe lo era El Excmo Señor General D. Fidel Davila.-
«FRANCO FRANCO FRANCO»
¡¡¡Arriba España!!!
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Reblogueó esto en Diario de medios y razones.
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Este es un comentario un tanto atrasado en el tiempo, espero que no lo sea en cuanto a oportunidad, mi General. La vigencia de lo que aquí se describe con maestría podría sorprender a alguien que le leyera por primera vez. A mi no me sorprende, y no es porque me sobre el entendimiento. Con esfuerzo e ilusión intento aprender en la escuela de su generoso magisterio todo lo que nunca supe. De niño, veía por televisión los desfiles del Dïa de las Fuerzas Armadas y como a sus nietos, siempre me hizo gracia el ver desfilar a la Legión con su cabra junto al Abanderado. La breve espera que precedía a la luminosa aparición de los legionarios, necesaria para dejar espacio al vivo dinamismo de su paso. No tuve la suerte de tener cerca a un abuelo que me ayudara a aprender lo que era necesario, y que muchas veces no pueden explicar igual de bien los propios padres. Ahora, estando ya en la edad de la Nostalgia, es para mi un gran honor el acceso a esta magna biblioteca de sus escritos.
Con agradecimiento, quedo a las órdenes de V.E.
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Le quedo muy agradecido
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